Quetzalcoatlus
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El Quetzalcoatlus (gr. «Serpiente emplumada»), es un pterosaurio adzárquido que debe su nombre a la deidad azteca Quetzalcóatl (El dios serpiente emplumada que vino del este) es una de las mayores criaturas que han surcado los cielos y tenía la altura de una jirafa, un tamaño enorme para ser un animal aéreo. Es un género de pterosaurios pterodactiloideos que vivieron en Norteamérica durante el periodo Cretácico superior y una de las mayores criaturas voladoras de todos los tiempos
Originalmente, el Quetzalcoatlus fue descubierto en el Parque Nacional Big Bend, en Texas (Estados Unidos), y posteriormente se hallaron restos en Alberta y Es junto al Hatzegopteryx la criatura voladora más grande de todas.
Características de Quetzalcoatlus
Fue uno de los reptiles voladores (Pterosaurios) de mayor tamaño que haya visto el mundo. Era un pterosaurio, y no un dinosaurio, y planeaba utilizando sus enormes alas, que podrían haber alcanzado los 11 metros de longitud de punta a punta. Tenía un pico afilado y carente de dientes.
Se calcula que su cuello medía 2,4 metros de longitud. Se mantenía rígido mediante tendones y músculos, permitiendo al Quetzalcoatlus mantener una posición aerodinámica durante el vuelo.
Es muy probable que el Quetzalcoatlus caminara sobre sus cuatro patas, pero su cuerpo era más adecuado para volar, desplegando sus enormes alas para planear sobre corrientes y brisas de aire caliente.
Sus huesos, huecos y extremadamente finos, sostenían un cuerpo ligero y aerodinámico, con un cuello extremadamente largo, que sostenía una cabeza coronada por una cresta ósea.
Cresta craneal
La cresta craneal de Quetzalcoatlus se ubicaba sobre los ojos, inclinándose ligeramente hacia adelante, aunque su tamaño y forma exactos todavía son desconocidos.
Adaptaciones visuales
Los Quetzalcoatlus tenían ojos impresionantemente grandes, especialmente en la especie tipo, que se estima tenía unos ojos de aproximadamente 10 cm de diámetro y alrededor de 100,000 nervios ópticos. Esto les proporcionaba una agudeza visual que era cuatro veces mejor que la de un humano.
Es probable que la especie más pequeña tuviera aproximadamente la mitad de estas estimaciones, con ojos de unos 5 cm de diámetro y alrededor de 50,000 nervios ópticos, lo que aún le habría proporcionado una vista muy impresionante. Estas adaptaciones visuales eran fundamentales para la caza y la navegación en su entorno, permitiéndoles detectar presas y moverse eficazmente en los cielos prehistóricos.
Cuello flexible (180 grados)
Aunque antes se pensaba que su cuello era rígido y proporcionado en comparación con su cuerpo, hoy se sabe que era flexible, permitiéndole girar la cabeza hasta 180 grados. Los huesos del cuello estaban fusionados, y se estima que su cráneo alcanzaba los 1,3 metros de longitud.
Alas con membranas
Sus alas estaban recubiertas por una membrana coriácea que se extendía hasta su pequeño cuerpo, la parte superior de sus patas y sus alargados cuatro dedos. A pesar de sus patas traseras considerablemente cortas, contaba con poderosos músculos en ellas.
El vuelo del Quetzalcoatlus
La especie más grande de Quetzalcoatlus era notablemente pesada en comparación con otros pterosaurios, llegando a pesar alrededor de 150 kg, cerca del límite máximo para el vuelo. Para adaptarse a su gran tamaño, desarrolló alas mucho más extensas y huesos huecos que contenían varillas óseas en su interior, lo que reducía el peso total de su cuerpo.
Además, poseía músculos pectorales excepcionalmente fuertes para levantar y mantenerse en vuelo. Al igual que en todos los pterosaurios, las alas del Quetzalcoatlus estaban formadas por una prolongación del cuarto dedo, que sostenía la membrana que le permitía volar.
Vivía en los lagos y ríos del Cretácico
El Quetzalcoatlus vivió en tierras continentales interiores, y probablemente pescara en lagos y ríos. También podría haber utilizado los cuerpos de animales prehistóricos muertos como fuente de carroña. Fue una especie abundante en la región mesozoica de Texas, donde compartía su hábitat con el dominante Alamosaurus.
Se especula que la especie más grande vivía en solitario, generalmente cerca de ríos, arroyos y otros cuerpos de agua extensos pero poco profundos. Por otro lado, la especie más pequeña se cree que vivía en grupos numerosos en hábitats similares.
Su aparición y expansión en Norteamérica pueden haber estado relacionadas con la extensión de su hábitat preferido en lugar de ser un evento de migración. Estas adaptaciones a diferentes nichos ecológicos les permitieron prosperar en su entorno prehistórico.

Sobre la autora: María D. M. es una apasionada de los dinosaurios y la era mesozoica que escribe bajo el seudónimo de Artemis Fischer. Además es especialista en paleontología de vertebrados y ha participado en varias excavaciones en el Sur de África y Madagascar.