Herrerasaurus ischigualastensis
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El Herrerasaurus fue uno de los primeros carnívoros, vivió en Sudamérica, en una época en la que los dinosaurios eran especies que acababan de hacer su aparición y todavía estaban poco extendidos. Sus largos dientes serrados podían atravesar los huesos, y probablemente fuera un rápido corredor.
El Herrerasaurus tenía dientes de depredador en forma de sierra capaces de triturar huesos. Sus potentes patas traseras y su cola larga y rígida, que utilizaba para mantener el equilibrio, son adaptaciones diseñadas para aumentar la velocidad. Este depredador, sin embargo, debía vigilar sus espaldas: las heridas punzantes detectadas en uno de los cráneos hallados apuntan hacia la posibilidad de que hubiera sido la víctima del Saurosuchus, un reptil gigante.
Restos fósiles
Los ejemplares mejor conservados del Herrerasaurus se descubrieron por casualidad cerca del lugar donde se descubrieron los primeros fragmentos fósiles, en un lugar en el que la erosión había provocado que se empezasen a mostrar dos esqueletos, prácticamente completos. Estos ejemplares se habían conservado tan bien que se podían ver pequeños huesos del oído, así como las placas en el iris de los ojos.
Gracias al descubrimiento de estos restos, se pudo reconstruir por primera vez al Herrerasaurus. Las heridas por mordedura parcialmente curadas apuntan a que vivían formando grupos, luchando por establecerse en el territorio.
Hasta la fecha, se han hallado restos del Herrerasaurus únicamente en el noroeste de la Patagonia (Argentina).
Características
El Herrerasaurus fue uno de los primeros dinosaurios y vivió durante un punto de inflexión en la ecología mundial: los dinosaurios suponen únicamente un 6 por ciento de los restos fósiles procedentes de esta época. Este depredador medía cerca de 3 metros de largo y pesaba al menos 210 kilos.
Su nombre significa «lagarto de Herrera», en honor de su descubridor, Víctor Herrera. Era un dinosaurio primitivo y un cazador hábil y veloz, gracia a sus musculosas extremidades posteriores y a su larga cola, que usaba para equilibrar el cuerpo inclinado hacia adelante durante la carrera.
Sin embargo, al final del Período Triásico los dinosaurios comenzaron a convertirse en los seres dominantes en tierra firme. De hecho, los dinosaurios fueron las especies que sobrevivieron principalmente a la extinción masiva que tuvo lugar al final de este período, acompañada de erupciones volcánicas que fragmentaron la superficie terrestre del planeta.
Herrerasaurus, uno de los cazadores más grandes del período Triásico, era de tamaño mediano y estaba equipado con dientes afilados. En un principio, estas características primitivas llevaron a los investigadores a creer que Herrerasaurus podría haber sido el primer dinosaurio en aparecer en la Tierra. Sin embargo, el descubrimiento posterior de un cráneo completo arrojó luz sobre la evolución de este antiguo depredador, revelando que sus formidables mandíbulas estaban altamente desarrolladas, lo que sugiere que no era tan antiguo como se pensaba inicialmente.
Este dinosaurio tenía un tamaño similar al de un automóvil pequeño, caminaba erguido sobre sus dos patas y contaba con una cola considerablemente larga que le servía para mantener el equilibrio. Es muy probable que Herrerasaurus fuera un depredador extremadamente veloz y ágil en su caza.
Mandíbulas con dientes de presa
Algo sorprendente para ser uno de los primeros dinosaurios, es que sus mandíbulas presentaban un doble juego de dientes que le permitía atrapar a sus víctimas, realizando una presa similar a la que se consigue con un tornillo de banco. Esta característica es compartida por dinosaurios de la era mesozoica que no aparecieron hasta 50 millones de años después.
Técnicas de caza
El Herrerasaurus cazaba y se alimentaba de dinosaurios herbívoros, así como de carnívoros más pequeños como el Pisanosaurus. Empleaba sus patas delanteras y traseras para atacar, desgarrando y destrozando a sus presas con las garras de sus patas. Atrapaba a sus presas con las patas delanteras y las finalizaba con mordiscos o con las garras de las patas traseras, mientras usaba su cola para mantener el equilibrio al correr.
Posible camuflaje
El color de los dinosaurios es un tema sobre el que solo caben las conjeturas, pero el Herrerasaurus podría haber presentado marcas y colores en su piel para poder camuflarse, y ocultarse entre la maleza.
Brazos largos, y garras afiladas
Poseía brazos relativamente largos que terminaban en tres dedos con garras afiladas. Sus pulgares eran semioponibles, y estaban diseñados para poder agarrar a sus presas. Disponían de afiladas garras, al igual que sus dos primeros dedos.
Las patas delanteras del herrerasaurus también eran fuertes y servían para inmovilizar a las presas.
Evolución confusa en una época de cambios
Resulta difícil elaborar el árbol genealógico del Herrerasaurus. Comparte sus características con otros dinosaurios carnívoros que aparecieron mucho más tarde, durante el Período Jurásico. Sus dientes cónicos son únicos si comparamos esta especie con las especies contemporáneas, y sus brazos, mucho más cortos que sus patas traseras, están diseñados para capturar a sus presas, igual que los de los dinosaurios que aparecieron con posterioridad. Podía alcanzar hasta 3 m de longitud, un tamaño que no alcanzaron los dinosaurios hasta mucho después, en el Jurásico.
Descubrimiento en la Patagonia
El Herrerasaurus fue descubierto en la formación Ischigualasto, situada en el noroeste de Argentina, en 1958. Los primeros restos que se hallaron fueron partes de un esqueleto, y posteriormente se produjo el hallazgo de un segundo conjunto, consistente en un esqueleto completo, un cráneo y algunos fragmentos adicionales.
Este segundo conjunto permitió la reconstrucción del Herrerasaurus, que reveló algunas, aunque no todas, de sus características propias de dinosaurio. Una de ellas fue la estructura de la pelvis del Herrerasaurus. Otra fue la forma de su cuerpo, que se parecía en gran medida al de los dinosaurios carnívoros. Pero la disposición de los huesos de sus caderas y sus patas presentaban una marcada semejanza con los arcosauros.
En su época de mayor esplendor, los arcosauros fueron más numerosos, más evolucionados y englobaron a un mayor número de especies que cualquier otra criatura sobre la faz de la Tierra. Sin embargo, después de 50 millones de años en la cumbre de la evolución, un cambio climático causó la extinción masiva de estas especies. Solo unos pocos arcosauros sobrevivieron, permitiendo a sus descendientes, los dinosaurios, convertirse en las especies dominantes.

Sobre el autor: Víctor R. es profesor de biología de educación secundaria y explorador en sus ratos libres. Es experto en fauna de animales vertebrados prehistóricos, en mamíferos primitivos y en biología animal en general.